lunes, 18 de marzo de 2013

LOS PENSAMIENTOS NO TIENEN VIDA PROPIA





Hay una ley intrínseca:
los pensamientos no tienen vida propia.

Son parásitos y viven de la identificación con ellos.

Cuando dices "estoy enojado", conviertes la energía de la vida en enojo, porque te has identificado con esa emoción.

Pero cuando dices "Estoy observando el enojo proyectándose en la pantalla de la mente dentro de mí", ya no le das vida ni energía.

Podrás ver que al no identificarte con el enojo, éste resulta impotente.

No te afecta ni te cambia.

Está absolutamente vacío y muerto.

Pasará de largo y dejará el cielo claro y la pantalla de la mente vacía.

Lentamente comienzas a salir de tus pensamientos.

Es el proceso completo de observación y testimonio.

En otras palabras —George Gurdjieff solía llamarlo "no identificación"—, ya no te identificas con tus pensamientos.

Sencillamente te mantienes aparte, indiferente, como si fueran los pensamientos de cualquier otro.

Has roto tus conexiones con ellos.

Sólo entonces puedes observarlos.

La observación requiere tomar distancia.

Si estás identificado no la hay.
Es como si te colocaras demasiado cerca del espejo:

no puedes ver tu rostro.

Se requiere cierta distancia para ver tu rostro en él.

Si los pensamientos están muy cerca de ti, no puedes observarlos.

Te impresionan y te hieren:

el enojo te hace enojar, la codicia, codiciar, y la lujuria, ser lujurioso;
porque no te distancias en lo más mínimo.

Estás tan cerca de ellos que estás obligado a pensar que tú y tus pensamientos son uno.

La observación destruye esta unidad y crea una separación.

Mientras más observas, mayor es la distancia.

A mayor distancia, menos energía toman de ti tus pensamientos.

Y no tienen otra fuente de energía.

Pronto comenzarán a morir y desaparecerán.

 En esos momentos tendrás los primeros destellos de la no-mente.


OSHO

 


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